Que se desencajen las baldosas a mi paso
que se abran simas
que se desplomen las paredes
sobre mí que en tu regazo supliqué
El último de la fila

Entrelazamos mi derrota y tu abandono
cada uno en su abismo de ruina y quimera
oyendo tan sólo nuestros propios lamentos
sin apenas aliento para respirar.
Con las sábanas de mortaja,
compartimos bajo las mantas una improvisada tumba
que ni por piedad nos corresponde:
Los dos desmembrados,
que ni por piedad nos corresponde:
Los dos desmembrados,
ambos aniquilados
los dos agonizando
(cada uno a su modo),
por la resurrección de una carne
(cada uno a su modo),
por la resurrección de una carne