martes, 23 de septiembre de 2008

Estoy bien

Me has obligado a volver a abrir
el diario del odio

Octavio Gómez Millián


Que estoy bien, que no te preocupes, que estoy bien.

No te dejes llevar por una mala impresión, estas ojeras son del fin de semana, de no dormir por la noche y de intentar sin conseguirlo, dormir por el día. Ya sabes, un poco de anestesia ayuda. O al menos, se intenta. Y no puedes decir que no lo intento. Nada de quedarse en casa fumando porros y llorando en el balcón. Ahora salgo y me divierto. Me divierto. Cómo me divierto, no veas tú cómo me divierto. Te cagas de lo que me divierto. Me divierto tanto que si tuviera una metralleta acabaría con todos. Sin remordimientos. Me consume por dentro tanta mediocridad, tanta negación, tanta estupidez. Dos mil disparos…y fin de la historia. A tomar por culo. De una jodida vez. Qué a gusto me iba a quedar, por dios, dudo mucho que puedas imaginártelo.

Pero estoy bien. En serio. Estoy bien. Tengo ganas de coger el transiberiano y perderme para siempre jamás en algún agujero en la noche lleno de nieve y frío. Tengo ganas de que se abra una sima y surjan los fuegos eternos del centro de la tierra y me abrasen. Que estalle en mi casa una bomba de neutrones, que alguien por equivocación me meta un tiro entre pecho y espalda. Quiero subir al campanario más alto y que la aldaba retumbe en mi cabeza hasta ensordecerme y hacerme caer. Que una manada de leones o de cocodrilos o de pirañas o de buitres o de extraterrestres o de hienas hambrientas se alimenten de mí. Que me inyecten en vena un suspiro y que estalle en mi corazón. Que me parta un rayo. O simplemente, que me atropelle un camión. No es necesario cometer una excentricidad para irse de aquí. Algo sencillo basta. Y barato. Como la colección de orfidales para el día del juicio final.

Eso sí, estoy bien. Nada por lo que preocuparse. Nada. Los días transcurren serenos. Tan sólo ocurre que a veces te echo de menos, y te llamo y no coges el puto teléfono y me rallo. Pero estoy bien, ya te digo, estoy de puta madre. Hacía tiempo que no me encontraba tan bien. Desde luego, motivos para quejarme no tengo. Y eso es lo que hago, no quejarme. De lo bien que estoy, tú. A veces creo que me estoy volviendo loca, pero no, no, no te confundas, estoy bien, ya sabes lo exagerada que soy. Estoy bien, de puta madre. Deberías saberlo ya.

Pero no.

Y luego, cualquier día, a cualquier hora, de cualquier manera y como si tal cosa, llamas tú. Para preguntarme cómo estoy.


Y lo que te digo,

estoy bien, tan sólo quiero morirme a cada instante, pero estoy bien.





Imagen: JOSE VIERA. El equilibrio de la duda. 1997. Y lo dicho, a ver si alguien se me va a preocupar, que estoy bien.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Paula.... ese estar bien duele mucho pero, poco a poco, estarás mejor y el dolor se aletargará, como los orfidales al sueño, y tu vivirás de nuevo sin esperar llamadas y, un día, cuando te pregunte, podrás mandarlo a......

Unknown dijo...

Al fin y al cabo no deja de ser lo que todos pensamos y sentimos pero dicho con otras palabras. Con las palabras que todos desearíamos escribir algún día pero no podemos porque no llega nuestra pluma ni a la sombra de los pies de la tuya.

Javier López Clemente dijo...

Chapeau.
Me quito el sombreo.

Salu2 córneos.

alejandro pastor dijo...

Me encantaría verte con esa metralleta disparando a todo lo que se mueve, pues con la pluma, tu punteria es colosal...¡Lo que daría por verte!

El lobo te espera en ese: "agujero en la noche lleno de nieve y frío"

besos y aullidos...auuuuuuu!

Unknown dijo...

Eso debe ser el cierzo, nada más, je, je...

Besos...

El Secretario dijo...

Hola.


Menos mal que con la escritura nos podemos liberar (algo) y matar todos esos demonios y disparar y morirnos y renacer y tropezar y levantarnos.


Y luego, el daño va desapareciendo.

Poco a poco...


Un abrazo.

Expediente X dijo...

Un abrazo, Paula,
tanto si estás bien,
como no, que yo espero que si,
muy grande (el abrazo) de Javi.

Anónimo dijo...

Suicida más que kamikaze, diría yo. Que sepas, que es lo primero que leo tuyo... y me ha encantado. Me alegra haberte conocido. Espero así librarme de alguno de esos dos mil furiosos disparos.

Un magnetobeso.